La asistencia a la salud mental se puede dividir en tres grandes apartados:
De hecho, en salud mental se deben aplicar medidas rehabilitadoras ya desde un primer momento, pues las enfermedades mentales tienden a afectar algunos funcionamientos de la persona desde un primer momento.
Por ejemplo, puede ocurrir que en una primera crisis, se tenga que hacer un tratamiento medicamentoso, y a la vez se deba plantear una psicoterapia, y también se tenga que plantear una estrategia para que el paciente siga tomando la medicación y participe en un club social para mejorar la relación social: estas dos últimas medidas son rehabilitadoras.
Los tratamientos pueden ser hechos a nivel ambulatorio (bien en el CAP, o bien en el Centro de Salud Mental), o pueden necesitar hospitalización parcial (Hospital de Día), o total (Hospital de Agudos u Hospital de Subagudos, hospitalizaciones de más larga duración).
La rehabilitación puede ser hecha ambulatoriamente, por ejemplo en los programas TMS de los Centros de Salud Mental, recomendando medidas, o bien controlando la toma de medicación, o puede ser hecha en un Centro de Día, dedicado a recuperar las habilidades primeras, y trabajar los aspectos familiares y del entorno, en residencias o pisos protegidos, cuando se apoya de vivienda, en centros que tratan la rehabilitación laboral (OTL, Recorridos, prelaboral, Centros Especiales de Trabajo, Empresas de Inserción) que son medios de diferente función, pero con la finalidad de preparar y posibilitar un trabajo para el enfermo, en Club Sociales, destinados a la socialización y momentos de ocio de la persona enferma.
En algunos casos, hay que dar un apoyo más importante al paciente, dándole un acompañamiento intensivo y ayudándole a crear un proyecto de vida, a establecer relación con la familia y su entorno, crear vínculos, a cumplir los tratamientos. Este trabajo rehabilitador se llama gestión de casos o seguimiento individualizado.