Ya es suficientemente conocida la afirmación que una de cada cuatro personas sufrirá en algún momento de su vida algún problema de salud mental. Esta afirmación nos hace ver su importancia, teniendo en cuenta el sufrimiento y la discapacidad que la enfermedad mental más grave puede producir, y el impacto familiar, social y laboral que genera.
Además, la enfermedad mental grave está cargada de mitos y preconceptos que hacen que las personas que la padecen sean víctimas de un prejuicio, el estigma, que dificulta su inserción social con normalidad, lo cual es imprescindible para su recuperación.
A lo largo de la historia, la tolerancia hacia los pacientes ha sido mínima y, hasta hace no muchos años, la manera de tratar estos problemas era el aislamiento y la exclusión en grandes hospitales custodiales, junto a otros colectivos de personas fuera de la normalidad socialmente aceptada, los llamados manicomios, donde muy a menudo los encierros eran de por vida. Existían muy pocas posibilidades de una rehabilitación.
Hoy sabemos que la mejor manera de tratar estas enfermedades es manteniendo el máximo posible los vínculos con el entorno de la persona enferma y basar el tratamiento en centros cercanos, contando con el entorno comunitario, objetivando una rápida reinserción social y una mejora de su calidad de vida.
Tanto en el trato humano, como por los objetivos assistenciales que se plantean.
Bien, de todo esto queremos tratar en esta página Web, que pretende ser participativa, con intercambios de opiniones. Y útil. Por lo tanto, quisiéramos:
Queremos, en definitiva, ser un instrumento más para favorecer todo lo necesario para mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedad mental.
La salud mental de una sociedad y de cada uno de sus miembros es un problema colectivo. Su tratamiento también es una tarea colectiva.
Está demostrado que la salud mental depende de entenderla como un asunto público, comunitario diríamos, y que está relacionada directamente con las desigualdades sociales, el bienestar y la capacidad de enfrentarse a los sufrimientos de la vida cotidiana.
Los profesionales deben hacer su trabajo incorporando el aspecto comunitario de su trabajo, pero el resultado depende de la participación de todos.
Ciudadanía y políticas sociales que tienden a disminuir las desigualdades y favorecen el acceso a todos los elementos necesarios para la recuperación.
Sin embargo en el Maresme, en proporción a como sucede en todas partes de nuestro entorno, hay entre siete y diez mil personas con enfermedad mental grave que requieren una asistencia continuada y que, con el paso del tiempo, su principal problema es la inserción social y la calidad de vida afectadas por la enfermedad mental.
Es importante la correcta utilización de los servicios sanitarios y la existencia de programas rehabilitadores que promuevan la participación de las personas en la vida familiar y social.
También el establecimiento de proyectos de vida por parte del paciente con la colaboración de las familias y del entorno social, la garantía de una vivienda y de un apoyo cuando se hace necesario.
También la participación de empresas ofreciendo contratos de trabajo protegido individual o concertando servicios con centros especiales de trabajo, dando la posibilidad de una inserción laboral imprescindible para que las personas con enfermedad mental tengan oportunidades de ser un ciudadano como cualquiera y con plenos derechos.
Y la desaparición de los mitos y preconceptos que hay al respecto de la enfermedad mental, especialmente los de incapacidad, irresponsabilidad y violencia, que generan obstáculos para normalizar su vida.
Todos podemos participar, empezando por el propio enfermo y acabando por el ciudadano cualquiera, en corregir y mejorar el futuro de estos colectivos y, en definitiva, de todos juntos.
Algunas de las claves están en esta página Web. Utilícela.